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El Banco Central (BC) de Brasil inyectará 30.000 millones de reales, un aproximado de 10.028 millones de euros, o casi 15 mil millones de dólares en la banca para “estimular el crecimiento de la economía.” Las medidas han sido anunciadas por el Gobierno en un momento en que Brasil entró en recesión, con un crecimiento del 1,8%, y se suma a la ola recesiva en que se está sumergiendo el conjunto de la economía capitalista mundial.

 

Esto ha provocado en el gigante latinoamericano la desaceleración del crédito, que en el 2010 tenía un crecimiento del 20,6%, mientras que ahora cayó al 12%. A la suma que inyectará directamente, se suman las masas de capital que se liberarán producto de los cambios que el banco central adoptó en los criterios relativos a la exigencia mínima de capital para dar crédito en operaciones al por menor, lo cual liberará una masa de capital adicional de 15.000 millones de reales, equivalente a alrededor de 5.014 millones de euros, entre 7 y 8 mil millones de dólares adicionales.

 

De este modo en total la operación supone una inyección total de casi 20 mil millones U$S, una gigantesca masa de capital, que agravará todas las contradicciones de la economía capitalista brasileña y latinoamericana. ¿Adónde irá el dinero del salvataje brasileño? Las autoridades económicas se hacen las que no lo saben: “Vamos a ver cómo esos 15.000 millones se colocan en la economía. No somos adivinos, el banco verificará dónde hay demanda…”, dijo el jefe del Departamento de Normas del Banco Central, Sérgio Odilon dos Anjos.

 

Esas masas de dinero no irán a trabajo, salud, educación, ni jubilaciones, ni obra pública. Es dinero que se pondrá en el bolsillo de los banqueros y los grandes empresarios brasileños, y del cual no verán un centavo los trabajadores y el pueblo de Brasil. Irán, como ha ocurrido con todos los salvatajes desde que se inició la crisis del capitalismo en el 2007, a la especulación desenfrenada, las compras de acciones, la bolsa, las fusiones y adquisiones. De este modo Brasil emprende el camino que han marcado la Reserva Federal de los EE.UU (Fed), el Banco de Japón (BoJ), el Banco de Inglaterra, y el Banco Central Europeo (BCE), entre otros.

 

Los salvatajes en el mundo superan ya los 30 billones de dólares y han agravado todas las contradicciones y crisis del capitalismo. El salvataje brasileño disparará a límites insostenibles la desigualdad que caracteriza a la considerada como 10 economía mundial, pero impactará sobre toda A. Latina. Será una medida presentada como destinada a “proporcionar crédito”, y “estimular la economía” por los mejores aliados de los millonarios brasileños el Ministro de Hacienda, Guido Mantega, y el Consejo de Desarrollo Económico y Social (CDES).

 

“La felicidad de los pobres parece una gran ilusión de carnaval, la gente trabaja el año entero, por un momento de sueño, para hacer la fantasia, de rey, o de pirata, o jardinero, y todo se acaba el viernes. La tristeza no tiene fin, la felicidad si”, decía Tom Jobim, en su famosa canción “A Felicidade”. Como pretendió Dilma Russef tapar la pobreza con un fastuoso mundial, en medio de la pobreza espantosa de millones durmiendo en las favelas, los salvatajes harán más grande la tristeza del pueblo brasileño, más grande que los 7 goles de Alemania. Los salvatajes son fantasía que pretenden abundancia y riqueza, pero como las peores drogas, dejan tras su paso, un dolor más grande, que la fantasía de la riqueza fácil no podrá ocultar.

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